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lunes, 26 de marzo de 2018

EL USO DEL CINTURÓN EN EL KUNG FU EN CHINA


Desde que volví de China me han preguntado unas cuantas veces si allí se llevan o no cinturones en el kung fu. La respuesta es clara, en todo el tiempo que he estado y en todas las escuelas que he visto, nunca me he encontrado con ningún Maestro que clasificase a sus alumnos por cinturones.
Esto no quiere decir que no los lleven, los llevan, pero por otros motivos, para proteger la zona lumbar, para la danza del león (pues muchos de los movimientos que se consideran importantes no pueden realizarse correctamente sin llevar el cinturón bien puesto) o por motivos estéticos en competiciones y campeonatos.
El cinturón es imprescindible en la danza del león, pero su color da igual
En muchas ocasiones mis compañeros llevaban cinturones de distintos colores para las exhibiciones y yo pensaba que había algún tipo de orden para esto, pero luego me explicaron que no, que unos lo llevaban amarillo y otros rojo por pura estética. Un día en el que todos iban vestidos con un traje blanco y rojo, decidieron que sería mucho mejor llevar un cinturón y al no tener, pidieron una tela y empezaron a cortarla hasta tener fajines para todos. Este es el uso real que se le da en China a los cinturones, lo de clasificar y examinar lo dejan más bien para sus vecinos de Japón, aunque en este país el sistema también es diferente al de occidente.
Alumnos del Maestro Leung Wai Wing en una exhibición, el color de los cinturones es totalmente aleatorio
Los cinturones como médio para clasificar provienen del Judo, tal y como se usan aquí los inventó Mikonoshuke Kawaishi, un maestro japonés que vivía en Francia. Sin embargo, en Japón el sistema varía, allí el judo sólo tiene tres colores, blanco (nivel básico), marrón (nivel medio) y negro (nivel avanzado). Después del cinturón negro vienen los Dan, que son otorgados con muchísima rigurosidad.
El karate adoptó los cinturones a partir de 1922, hace relativamente poco.

Respecto al kung fu, que ha llegado a occidente hace más bien pocos años, su uso está muy extendido, ya que encaja perfectamente con la mentalidad de Europa y América en la que siempre parece necesario justificar una actividad con un título, un diploma o cualquier otro tipo de objeto. En China, sin embargo, no importan los años que lleves entrenando ni los cinturones ni papeles que tengas, para que los demás valoren lo que sabes de kung fu, no te queda otra que demostrarlo. Para nosotros es raro y hasta incomodo que una persona a la que conoces hace cinco minutos te diga “haz algunos movimientos para que te vea”, pero allí es lo único que vale, lleves un año entrenando o veinte.
Rojo, amarillo, negro o sin cinturón, este cumple un propósito simplemente estético y por supuesto es opcional

Mi opinión al respecto de los cinturones es que pueden ser una buena idea, hay gente que se motiva por el hecho de poder conseguir el siguiente cinturón y puede servir también como recompensa por un esfuerzo realizado, pero, indudablemente los cinturones en el kung fu tal y como se lleva en occidente también están sujetos a muchísimos inconvenientes como la visibilización del nivel de un alumno: una persona puede entrenar muy duro y no tener la más mínima habilidad, si se le da un cinturón que no debería tener, se rebaja el nivel de la escuela, pero si no se le da, se visibiliza esta situación frente a todo el mundo. Al final, se acaban dando cinturones a todos para no desanimar.
Otro problema es la mentalidad occidental: nuestra sociedad constantemente nos dice que podemos conseguir todo lo que nos propongamos lo que es manifiestamente falso, todo el mundo puede practicar kung fu pero si has empezado mayor, si entrenas sólo de vez en cuando o si no tienes la habilidad necesaria, jamás deberías llegar a un nivel alto de cinturón y no te digo nada a maestro.

La realidad es que un cinturón sólo tiene cierto valor si se da con unos criterios muy claros y por gente cualificada, pero cómo cada escuela tiene su propia forma de valorar y en unas cuesta mucho sacarse un cinturón o un título y en otras en un par de años y seas como seas los consigues, al final todo el asunto se desvirtúa y el valor del cinturón desaparece.
El programa de grados de la Plum Blossom Federation, ejemplo típico del uso de los cinturones en occidente, se basa principalmente en el aprendizaje de distintas formas
Hace poco estuve con un antiguo compañero de tai chi que me preguntaba que pensaba yo acerca de la conveniencia de llamar sifu (o maestro) a una persona, y yo le dije que bajo mi punto de vista ahora mismo es completamente irrelevante designarse o no como sifu porque en occidente esa palabra no vale absolutamente nada, he visto maestros humildes con buena calidad, he visto maestros con una calidad pésima, unos han entrenado durante treinta años, otros apenas llevan 10 practicando, unos valoran el kung fu en toda su dimensión, otros sólo quieren dinero y fotos, unos son personas que inspiran respeto y algunos sinceramente dan vergüenza ajena… ¿Qué valor puede tener una palabra que agrupa a un grupo tan variopinto?. Por ejemplo si sabemos que alguien es doctor en física, sabemos que es una persona que ha estudiado esa carrera y luego ha dedicado varios años a una tesis doctoral, es pues alguien que domina ese tema y punto. Pero si la gente empezase a decir que es doctor a mitad de carrera, o nada más acabar, o incluso sin haber pisado la universidad jamás, ese concepto se devaluaría, y lo mismo ha pasado aquí con los maestros.
Los Maestros del Hung Sing Kwoon, hace veinte años y ahora, nunca llevan cinturón
Al final acabas por entender que la postura que toman los chinos, aunque incómoda para nosotros, es la mejor, ni soy cinturón negro, ni soy 5º dan, ni soy maestro, ¿haces kung fu?, demúestralo.

María Arias Antoranz
* Nota de la autora: En China no se califica a los alumnos por cinturones y esto es una realidad, pero excepto por ese dato, este es un artículo de opinión y no tiene por qué reflejar el pensamiento de todos los miembros de la escuela.

domingo, 4 de marzo de 2018

CENA DE AÑO NUEVO CHINO DE LA ESCUELA HUNG SING DRAGÓN BLANCO

El 16 de febrero los alumnos de la escuela Hung Sing Dragón Blanco nos fuimos de cena para celebrar el Año Nuevo Chino.

Aunque algunos miembros ilustres de la escuela no pudieron asistir, les tuvimos muy presentes, y es que esta fue una cena algo especial.
 
La mesa de los más jóvenes
La celebramos en el restaurante Mei Mei donde, la verdad, recibimos el año nuevo chino por todo lo alto con una comida china de lujo.
Hasta bogavante tuvimos este año en la cena en el Mei Mei
Al final de la cena hicimos entrega del tradicional regalo a nuestro Sifu de parte de todos los alumnos de tai chi y kung fu.
Un buen masaje con Spa para nuestro Sifu y nuestra Simo Luisa que este año no pudo venir
Ya en los postres, el Sifu se dirigió a nosotros, nos dio las gracias a todos los presentes por seguir "a las duras y a las maduras" (como yo pienso que se debe hacer si de verdad entiendes lo que significa practicar artes marciales) y después nos dijo que a causa de una serie de lesiones, y después de pensarlo mucho, va a dejar las clases de kung fu en manos de Rubén Romero, uno de los instructores de la escuela. Esto no quiere decir que nuestro maestro deja la escuela, ya que seguirá dando las clases de tai chi, seguirá pasando por clase, seguirá siendo el director de la escuela, ayudando a tomar todas las decisiones importantes y en definitiva siempre será nuestro SIFU, pero, según sus propias palabras, es hora de pasar el testigo y también de aprovechar lo que ha aprendido Rubén en estos años en China.
Creo que nuestra escuela queda en buenas manos, bajo la supervisión de Sifu Javier Marcos, con Rubén dando las clases y poniéndonos al día en combate, formas y métodos de entrenamiento de China y con la experiencia y la maestría de David López y Carlos López, los instructores más veteranos de la escuela, tenemos la calidad, el conocimiento, la juventud y la experiencia más que suficiente para que la Escuela Hung Sing Dragón Blanco siga dando guerra muchos años.
FOTO DE GRUPO: No estamos todos los que somos, pero somos todos los que estamos. Una vez más el Sifu no nos quedó en el centro, pero la verdad es que me alegro de tener un Sifu que no necesita estar en el medio, poner una pose ni sentarse en una banqueta, pues igualmente todos sabemos quien es...
Por mi parte, quiero aprovechar este espacio que el Sifu me deja en el blog para darle las gracias, como maestro y como persona, por todo lo que ha hecho por mí estos años. Por ser un maestro generoso y bueno y por representar aquí en España lo que para mí es vital en las artes marciales, el "wu de", del que muchos hablan y pocos entienden.

Mientras vivía en China mucha gente me preguntó por mi maestro en España, que le parecía que Rubén y yo estuviesemos allí entrenando con otros maestros y qué relación teníamos con él. Cuando le decíamos a la gente que nuestro maestro estaba orgulloso de que estuvieramos allí y que cuando volvíamos lo primero que preguntaba es "¿qué se hace diferente? ¿qué opinan allí de esto o de esto otro?", invariablemente nos decían "Oh, vuestro maestro es uno de los buenos".

Y es que muchas veces los maestros occidentales no permiten que sus alumnos entrenen en China por su cuenta y riesgo, celosos de lo que puedan aprender o inseguros de si mismos, pero nuestro Sifu nunca ha sido así, pues no importa lo que aprendamos, sobre todo Rubén, porque él sabe que siempre será nuestro maestro y siempre tendrá un lugar muy especial como la persona que lo dio todo sin pedir nada a cambio. Cuándo le dijimos a Ho Sifu que nosotros hablábamos con nuestro maestro de España casi todos los días y aun más, que él le había animado a Rubén a dar cursos y clases en su escuela para que pudiera ahorrar y volver a China puso una cara que muy pocas veces pone en relación a los maestros occidentales, la que pone cuando reconoce que algo está bien hecho en relación con lo que llama "kung fu man waa 功夫文化" (la cultura del kung fu).

Sólo me queda decir que por la parte que me toca, seguiré haciendo de reportera, blogera, alumna y ayudando en lo que pueda a mi escuela.

                                ¡¡HUNG SING!!!

María Arias Antoranz