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martes, 22 de marzo de 2011

TEORIA DEL ENTRENAMIENTO QIGONG. Parte IV.

Volvemos a retomar los apuntes sobre teoría del Qigong que teníamos olvidados desde Noviembre del año pasado con esta nueva entrega. Para una mejor compresión de su contenido recomendamos repasar las anteriores entregas que podéis consultar en los siguientes enlaces:



Para el entrenamiento Qigong, es preciso comprender los principios en los que se sustenta nuestra práctica. Esos principios son la raíz, el fundamento de la misma, y es ese fundamento el que dará a luz los resultados que queremos. La raíz proporciona la vida, mientras que la ramas y flores (resultados) sólo aportan belleza temporal. Si conservamos la raíz, podremos volver a crecer. Si sólo contamos con ramas y flores, estas morirán en un breve espacio de tiempo.

Cada forma de Qigong tiene un propósito especial y una teoría. Si no conocemos ese objetivo y esa teoría, perderemos la raíz (significado) de la práctica. Por tanto, como practicantes de Qigong, debemos continuar reflexionando y practicando hasta comprender el fundamento de cada secuencia o forma.

Antes de comenzar a practicar, hay que entender primero que todo el entrenamiento se origina en nuestra mente. Es preciso tener una idea clara de lo que estamos haciendo y nuestra mente debe estar calmada, centrada y equilibrada. Esto implica también que nuestros sentimientos, percepción y juicio deben ser objetivos y precisos. Todo esto requiere equilibrio emocional y una mente clara. Ello requiere mucho trabajo duro pero una vez alcanzado ese nivel, habremos construido la raíz de nuestro entrenamiento físico y el Yi será capaz de dirigir nuestro Qi por nuestro cuerpo material.

Como se ha mencionado previamente, el entrenamiento Qigong comprende cinco elementos importantes: la regulación del cuerpo, la regulación de la respiración, la regulación de la mente, la regulación del Qi y la regulación del Shen (Espíritu). Todo ello constituye la base para tener éxito en la práctica del Qigong. Sin ese fundamento, nuestra comprensión del Qigong y nuestra práctica serán superficiales.
En esta entrada vamos a hablar sobre la regulación del cuerpo. Más adelante, trataremos más extensamente el resto de elementos.

LA REGULACION DEL CUERPO

Este proceso se denomina en chino “Tiao Shen”. Significa ajustar nuestro cuerpo hasta un estado de máxima comodidad y relajación. Esto implica que nuestro cuerpo debe estar centrado y equilibrado. De no ser así, podemos encontrarnos tensos e inquietos y ello afectará al juicio de nuestro Yi y la circulación del Qi. En círculos médicos chinos se dice que: “Cuando la forma (la postura del cuerpo) no es correcta, entonces el Qi no es fluido. Si el Qi no es fluido, el Yi (mente) no estará en paz. Y si el Yi no está en paz, entonces el Qi estará desarreglado.

Hay que entender que la relajación de nuestro cuerpo se origina en nuestro Yi. Por tanto, antes de poder relajar nuestro cuerpo, deberemos relajar o regular primero nuestra mente (Yi). A esto se le llama “Shen Xin Ping Heng”, que significa “Cuerpo y corazón (mente) equilibrados”. El cuerpo y la mente están mutuamente relacionados. Un cuerpo relajado y equilibrado ayuda a nuestro Yi a relajarse y concentrarse. Y cuando nuestro Yi esté en paz y sea capaz de juzgar las cosas con exactitud, nuestro cuerpo estará centrado, equilibrado y relajado.

La Relajación

La relajación es una de las principales claves para tener éxito en el Qigong. Es imprescindible tener en cuenta que al sosegarnos, todos nuestros músculos se relajarán y se abrirán todos los canales por los que circula el Qi. Para relajarnos, primero nuestro Yi debe estar relajado y en calma. Cuando el Yi se coordine con la respiración, nuestro cuerpo será capaz de relajarse.

En la práctica del Qigong existen tres niveles de relajación. El primer nivel es la relajación externa, física, o relajación postural. Se trata de un nivel superficial y casi todo el mundo puede alcanzarlo. Consiste en adoptar una postura confortable y evitar tensiones innecesarios a la hora de permanecer quietos o movernos. El segundo nivel es la relajación de músculos y tendones. Para ello debemos dirigir el Yi profundamente a nuestros músculos y tendones. Este tipo de relajación ayudará a abrir los canales por los que circula el Qi y facilitará que éste se hunda y se acumule en el Dan Tian inferior.

La etapa final es la relación de los órganos internos y la médula ósea. Recordar que sólo si somos capaces de relajar profundamente nuestro cuerpo será capaz nuestra mente de dirigir el Qi allí. Sólo en esta etapa es capaz el Qi de alcanzar cualquier sitio. La sensación en ese momento es la ser transparentes, diáfanos, como si nuestro cuerpo entero hubiese desaparecido. Si podemos alcanzar este nivel de relajación, seremos capaces de comunicarnos con nuestros órganos y emplear el Qigong para ajustar o regular los desórdenes del Qi que nos están provocando problemas. Y no sólo eso; también seremos capaces de proteger nuestros órganos más eficazmente y, por tanto, retardar su degeneración.

El Enraizamiento

En todas las prácticas de Qigong es importantísimo estar enraizado. Esto significa estar estable, equilibrado y en firme contacto con el suelo. Si queremos empujar un coche, tendremos que estar enraizados para que la fuerza que apliquemos sobre el vehículo se equilibre con la que ejerzamos sobre el suelo. Si no estuviésemos enraizados, al empujar el coche sólo nos empujaríamos a nosotros mismos hacia atrás y no podríamos moverlo. Nuestra raíz está formada por la raíz de nuestro cuerpo, centro, y equilibrio.


Yongquan
Antes de que podamos desarrollar nuestra raíz, primero debemos relajarnos y permitir a nuestro cuerpo asentarse, “hundirse poco a poco”. A medida que nos relajemos, la tensión que pueda existir en diversas partes de nuestro cuerpo se disolverá y encontraremos una posición cómoda en la que permanecer. Dejaremos de luchar contra el suelo para que sostenga nuestro cuerpo y aprenderemos a confiar en nuestra estructura corporal para sostenerse a sí misma. Ello permitirá que los músculos se relajen aún más. Desde el momento en que nuestro cuerpo no luche para permanecer de pie, nuestro Yi ya no “empujará hacia arriba” y nuestro cuerpo, mente y Qi podrán descender. Si dejamos al agua sucia asentarse tranquilamente, las impurezas se depositarán gradualmente en el fondo y el agua por encima se volverá clara. De la misma forma, si relajamos nuestro cuerpo lo suficiente como para afincarse y estabilizarse, nuestro Qi se hundirá hacia el Dan Tian inferior y el punto Yongquan situado en la planta del pie, y nuestra mente se clarificará.

Yongquan, punto del meridiano del riñón situado entre el segundo y tercer metatarsianos.

Para enraizar nuestro cuerpo debemos imitar a un árbol y hacer que crezca una raíz invisible bajo nuestros pies, lo que nos proporcionará unos firmes cimientos para mantenernos estables durante el entrenamiento. Esa raíz debe ser ancha a la vez que profunda. Naturalmente, nuestro Yi debe crecer primero porque es el Yi el que conduce el Qi. El Yi debe ser capaz de dirigir el Qi hasta nuestros pies y ser capaz de comunicarse con el suelo. Sólo cuando el Yi sea capaz de establecer esa conexión con el suelo, podrá nuestro Qi crecer más allá de nuestros pies y penetrar en el suelo para construir la raíz. El punto Yongquan es la puerta que permite al Qi comunicarse con el suelo.

Después de adquirir nuestra raíz, debemos aprender cómo mantener nuestro centro. Un centro estable, equilibrado, hará que el Qi se desarrolle de manera uniforme. Si perdemos ese centro, nuestro Qi no se dirigirá uniformemente. Para mantener nuestro cuerpo centrado, primero deberemos centrar nuestro Yi y luego armonizar el cuerpo con él. Sólo bajo esas condiciones tendrán su raíz las formas de Qigong que practiquemos. Nuestros centros mental y físico son las claves que nos permitirán conducir el Qi más allá de nuestro cuerpo.

El equilibrio es el resultado el enraizamiento y de estar centrado e incluye equilibrar el Qi y el cuerpo físico. No importa que aspecto del equilibrio estemos considerando, primero debemos equilibrar nuestro Yi, y sólo entonces podremos equilibrar el Qi y nuestro cuerpo físico. Si nuestro Yi está equilibrado, nos ayudará a realizar juicios precisos, y por tanto a corregir el curso del flujo de Qi.

El enraizamiento no sólo se refiere al cuerpo, sino que también se aplica a la forma o movimiento. La raíz de una forma o movimiento se encuentra en su propósito o principio subyacente. Por ejemplo, en algunos ejercicios de Qigong el objetivo es dirigir el Qi a la palma de las manos. Para ello, hay que imaginar que empujamos un objeto hacia delante manteniendo nuestros músculos relajados (Ver Nota). En este ejercicio, los codos deben estar abajo para generar la sensación de enraizamiento al empujar. Si elevamos los codos, perderemos la sensación de “intención” del movimiento, porque el empuje no sería efectivo si estuviésemos empujando algo realmente. En la medida en que la intención o propósito del movimiento es su razón de ser, tendríamos ahora un movimiento sin objetivo, y no habría motivo para dirigir el Qi de ningún modo en particular. Por tanto, en este caso, los codos son la raíz del movimiento.

Nota.- El verbo "imaginar" usado aquí significa crear mentalmente algo que tratamos como si fuese real. Si "imaginamos" empujar algo pesado, ajustaremos nuestra postura exactamente como si estuvieramos en realidad empujando algo pesado. Debemos "sentir" su peso, la resistencia a medida que ejercemos fuerza contra él, y la fuerza y contrafuerza en nuestras piernas. Si tratamos mentalmente nuestras acciones como si fueran reales, nuestro cuerpo también lo hará, y el Qi se moverá automáticamente de la forma más apropiada para esas acciones. Si solo "fingimos" que empujamos algo pesado, nuestro cuerpo y mente no considerarán la acción como real, y el Qi no se moverá con fuerza y completamente.

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