El Sifu Claudio Di Renzo, ha estado enseñando Shaolin Kung Fu Tradicional en Argentina desde 1976.
El Sifu Claudio Di Renzo nace en Buenos Aires, en 1960. En 1974, comienza su entrenamiento en Shaolin Norteño con Sifu Aquilino Martinez.
En 1978, Sifu Di Renzo comienza a estudiar Yang Shi Taijiquan en la escuela del Maestro Ma Tsun Kuen bajo Sifu Fernando Chedell. En 1980 pasa a pertenecer a la escuela del Maestro Wang Tsing (Alumno de Cheng Man Ching) con quien estudiara por más de una década siendo su primer discípulo formal, y luego estudia Taiji con varios instructores, especializándose en Yang y Wu.
En 1980 Sifu Di Renzo viaja a Miami para encontrarse con el Maestro Jerry Lee y convertirse en su discípulo formal y representante hasta 2005.
Fue entonces introducido en el HUNG GAR tradicional y el Bei Shaolin (Bak Siu Lam). En diferentes viajes y visitas del Gran Maestro Lee a Argentina, Sifu Claudio completa Hung Gar, y aprende Wah Lum Tong Long, Bei Shaolin, Choy Lei Fat y Wing Chun.
Entre 1980 y 1983 estudia Shao Nien Shi Pa Chiao, Fujian Shaolin sistema de animales con el Maestro Wu Chi San, junto a Palma de Hierro y garra de tigre, y entrenamiento con medicina de hierbas.
En 1989 Sifu Di Renzo entra a la familia MOY YAT Ving Tsun con Sifu LEO IMAMURA, la máxima autoridad del Wing Chun en sudamérica. Hoy Sifu Di Renzo ostenta el nivel superior en Ving Tsun, y en 1992 se convirtió en discípulo de Segunda Generación del Gran Maestro Moy Yat, bajo el nombre Moy Go Jo, en la primera ceremonia de este tipo llevada a cabo en Sudamérica. Casi todos los instructores actuales de Moy Yat Ving Tsun en Argentina han sido sus alumnos.
En 1993 se une a la Traditional Wushu Association del Master Adam Hsu, como miembro formal.
En 1996 funda Faktra. Federación Argentina de Kung Fu Tradicional, junto a la Asociación Kai Men y otras. - En Agosto de 1996, junto a su hermano Sifu Horacio Di Renzo, viaja a China, para ganar reconocimiento en el Second International Jinan Wushu Festival donde obtiene dos primeros puestos.
En el mismo año se convierte en el PRIMER PRACTICANTE EN OCCIDENTE del estilo Wenshengquan, bajo la tutela del Maestro Wang An Lin, heredero del estilo, de la ciudad de Jining, provincia de Shandong.
En Setiembre del 2000 viaja a Hong Kong y China, y realiza la ceremonia de baishi con Sifu Wang An Lin en Jining. En Hong Kong se le encarga fundar la Asociación Chin Woo de Argentina.
En el año 2005 viajó por 4 meses a China por 3era vez. Visitó la Chin Woo de Shanghai y de Foshan, la tumba de Yueh Fei, el Templo Shaolin del Sur en Fukien, La casa de Ku Yu Cheung y de Wong Fei Hung. También entrenó con el maestro Wang An Lin de Wenshengquan, y fue tomado como discípulo por el Maestro Lai Han Lian del estilo Bei Shaolin Quan y Choy Li Fat.
En el año 2008 Reedita su libro “Filosofía de las Artes Marciales”, con un material sin precedentes en nuestro país...y la historia continúa....
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El wushu atraviesa en el comienzo del siglo 21, un momento de gran cambio y expansión. Al mismo tiempo que lo vemos consolidarse poco a poco como deporte para los Juegos Olímpicos, notamos que más gente conoce su existencia. Abundan los libros y videos sobre sus diferentes ramas y ejercicios, y aparecen día a día más y más páginas en Internet sobre esta disciplina.
Cabe preguntarnos entonces, si este fenómeno devendrá en algo positivo para el arte, o, por el contrario, contribuirá a su degeneración y decadencia. Hemos visto ya como otras artes marciales han bajado su nivel técnico estrepitósamente con la popularidad, y que el ansia de dinero de algunos dirigentes y maestros ha hecho que algunos sistemas se conviertan en pasatiempos divertidos totalmente carentes de la excelencia técnica que los caracterizaba en sus orígenes.
Bueno, usted podrá decir que esto no tiene por qué pasar necesariamente en el wushu, y que el hecho de que otros artes hayan decaido no indica imperiosamente que este proceso se vaya a dar en forma idéntica en el arte marcial chino del presente y futuro. OK. Podemos concordar en ello. Estamos simplemente evaluando situaciones y de ningún modo pretendo que se tome esta nota como un presagio del apocalipsis.
De todos modos, creo que si se hace lo mismo que se hizo en otras artes que han decaido, hay un indicio al menos de que los resultados serán los mismos, y esta presunción no es en absoluto descabellada, sino que, por el contrario, tiene mucha lógica.
Veamos el caso del taekwondo. En su creación, fue un arte marcial de indudable efectividad combativa. Su técnica combinaba los mejores aspectos de las formas del karate do, y las excelentes técnicas de piernas del tae kyon. Los practicantes de taekwondo que tienen más de 20 años en el arte recuerdan con nostalgia lo efectivo que su arte fue en la época en que se dio a conocer al mundo occidental. La mayoría reconoce hoy (tal vez no públicamente) que el arte hoy es mas “light” y que la evaluación y desarrollo de los aspectos más marciales se ha dejado de lado, casi completamente.
Esto dicho con todo el respeto que me merece el taekwondo moderno, el cual es una disciplina que ha llevado a miles de jóvenes por el camino del deporte y la salud.
No podemos tampoco pensar ingenuamente que sólo el taekwondo ha sufrido estos cambios. Y dejamos el tema acá para hablar de lo que nos toca, el wushu.
Tradicionalmente el wushu es un arte marcial que se transmite de persona a persona, en dos formas diferentes. Una masificada, para todo el mundo, a cargo de los instructores en los gimnasios. Y otra personal, la que asegura la pureza del linaje, transmitida por el maestro mismo a sus discípulos y descendientes directos.
El primer tipo de enseñanza se ha mantenido siempre y digamos que aún hoy en día no ha sufrido grandes modificaciones. En oriente, se puede ver a la gente aprendiendo cualquier estilo de wushu en lugares públicos o, en menor medida, en institutos. Este tipo de enseñanza se caracteriza por ser menos personalizada y con menor corrección. Digamos que en este tipo de forma de aprendizaje, el alumno está a su propia merced. Sólo si pasa muchos años entrnando y demuestra un apego y dedicación altos, y fidelidad y lealtad a la escuela, será instruido por el maestro o los instructores principales en forma privada, y se le corregirán todos los detalles que pudiera necesitar, a fin de convertirlo en un continuador de la línea del sistema.
En este tipo de enseñanza, los cambios se ven en cuanto a la rigurosidad del entrenamiento. Hoy la práctica es menos intensa, las exigencias para pasar de un movimiento a otro han bajado, y generalmente un alumno aprende mucho del contenido del estilo en poco tiempo, con un grado aceptable de corrección.
Antiguamente, aprender un movimiento requería la total perfección en el movimiento o técnica precedente. Las posturas se mantenían durante mucho tiempo y se requería muchísimo esfuerzo y sufrimiento para aprender una forma entera. Esto aseguraba la calidad del alumno y del estilo.
Cuando comence a practicar Taijiquan con el maestro Wang Tsing, yo ya tenía algo de experiencia en este estilo. Sin embargo, estuve un año practicando solo Lan Chia Wei y Dan Bien, la primera parte de la forma. Esto me hizo apreciar realmente la calidad por encima de la cantidad. Con el tiempo me tuve que obligar a aprender la forma completa, ya que no tenía ningún interés en agregar más problemas a los que ya tenía. Siempre aprecié como un gran regalo la rigurosidad con que el maestro Wang me enseñó su arte. Luego pude observar cómo, a medida que los alumnos se enrolaban, las exigencias caían y la enseñanza se hacía más accesible y cómoda.
Esto ha pasado en casi todas las escuelas de Kung Fu tanto en occidente como en China. Por cierto, en China aún se mantienen niveles de exigencia muy altos en muchas escuelas. Niveles de exigencia que resultan imposibles de igualar en la sociedad occidental, al menos en la enseñanza popular y abierta. ¿Cómo pretendemos entonces llegar al nivel que ostentan los maestros y alumnos de China? Por arte de magia esto no va a suceder, hay que buscar una solución urgentemente.
Segundo factor: El alumnado
No toda la responsabilidad recae en el profesor. El alumno actual también dista mucho del alumno de antaño. La vida se ha hecho más cómoda y el conocimento más accesible. Los derechos civiles y sociales han invadido los wuguan, y hoy un alumno exige, solicita, da poco y pide mucho.
El alumno de hoy practica tres veces por semana, en clases grupales de una hora y media, y esto en el mejor de los casos. Sólo unos pocos sobresalen y entrenan fuera de hora. En general, no hay mucho que hacer por mantener un standard alto en alumnos que practican poco. Sin embargo, es nuestra obligación darles lo mejor que puedan llevarse, y lograr que aprendan lo más que puedan en el tiempo que disponen para el arte.
Por otro lado, en muchos casos, el continuo abuso del que han sido objeto los alumnos por sus anteriores profesores, hace que al llegar al guan no estén dispuestos a aceptar los rigores propios del entrenamiento y la disciplina que los puede llevar al éxito. Esto, en menor grado, crea una limitación más en algunos casos.
Esto se pone más grave si tomamos conciencia de que es en ellos, los actuales alumnos, en los cuales se apoyará la supervivencia del arte marcial chino en el futuro. Con la generación actual de alumnos, no veo un futuro muy diferente al presente de otras artes marciales, y no veo que sea posible evitar la degradación del arte, sin una acción inmediata y enérgica de parte de la generación actual de profesores y maestros.
Buscando una solucion
Si bien uno puede responsabilizar a muchos de lo que está pasando, y puede trasladarle algunas culpas al alumnado, es evidente que el esfuerzo y el cambio tiene que surgir u originarse, a partir de los profesores.
Ellos son los que tienen la posibilidad, desde su posición de liderazgo y doncencia, de predicar los preceptos y principios que harán que el arte marcial chino siga creciendo sin pervertirse.
Esto no significa que los alumnos no participen de este proceso. Todo lo contrario, los alumnos, o sea los practicantes, son los protagonistas del proceso en su integridad. De su esfuerzo depende el futuro del wushu. Pero sus esfuerzos deben ser guiados por los profesores, que son los que poseen el conocimiento.