La película Primavera, Verano, Otoño, Invierno y... Primavera, del director surcoreano Kim Ki-Duk, es un precioso cuento taoísta que nos transporta a un mundo de iconografía oriental, en el que las puertas aisladas en el vacío, el agua en todas sus formas, los árboles y los animales enmarcan la historia de un aprendizaje que se desarrolla en las cuatro estaciones de la vida y cuyo mensaje es muy claro: el deseo de posesión lleva en sí mismo la destrucción de lo que más quieres.
Nadie es inmune al poder de las estaciones ni a su ciclo anual de nacimiento, crecimiento y decaimiento, que da ritmo a nuestra existencia desde que nacemos hasta que morimos. Ni siquiera los dos monjes que comparten un monasterio flotante rodeado de montañas. A la vez que las estaciones se suceden, todos y cada uno de los aspectos de su vida son infundidos y vividos muy intensamente. Esto les hará experimentar momentos de gran espiritualidad y misticismo y otros más movidos y trágicos. Ellos, al igual que todo ser humano, son incapaces de evitar los avatares de la vida, los deseos, el sufrimiento y las pasiones. Bajo la atenta mirada del monje anciano, uno mucho más joven experimenta la pérdida de la inocencia, con la llegada de una mujer a su particular mundo de paz y tranquilidad. La mujer despertará en el joven sentimientos hasta ahora totalmente desconocidos como el amor, los celos, la obsesión, el precio de la salvación y la sabiduría obtenida a través de la experiencia.
Así, ante la cuidadosa contemmplación del monje de más edad, el más joven vive el transcurso de las estaciones. Primavera: un niño monje se ríe de una rana que intenta librarse de una piedra en su espalda, pero deja de reírse cuando el monje mayor le hace lo mismo como castigo. Verano: el joven tiene ya 17 años y experimenta sus primeros sentimientos amorosos con la llegada de una muchacha convaleciente que necesita reposo. Otoño: el joven está en la treintena y regresa al templo, donde el mayor le azota cuando intenta suicidarse ante una estatua de Buda. Invierno: ya en la edad madura, el monje vuelve al monasterio, ahora deshabitado. Una mujer embarazada llega hasta allí. Primavera: el viejo monje conversa con la naturaleza. Cerca, un niño monje juega...
Como ya he comentado más arriba, Kim Ki-Duk, es un director de cine surcoreano, nacido en Boghwa, Corea del Sur, el 20 de Diciembre de 1.960. Es uno de los más conocidos representantes de la vanguardia cinematográfica de ese país. Procede de una familia de la clase obrera y no ha recibido formación técnica como cineasta, comenzando su carrera a la relativamente tardía edad de 33 años como guionista y director.
Autor de una docena de obras, a veces altamente experimentales, es distintivo el ritmo pausado de su cine, el fuerte contenido visual muchas veces cruento, el parsimonioso uso del diálogo y el énfasis en elementos criminales o inadaptados de la sociedad. Esto último refleja la posición de Kim dentro de la sociedad surcoreana en general, y el ámbito fílmico en general.
Aquí os dejo un bello fragmento de la película, correspondiente al ciclo de invierno, que he elegido no sólo por su virtud estética sino también por su conexión con las artes marciales. Cuando lo visioneis lo entendereis. Ah¡ Conectad el sonido de vuestro ordenador porque la música, que no es la original de la película, es, sencillamente, preciosa.