El primer día en China fue una toma de contacto con todo lo
que nos íbamos a encontrar, lo más llamativo para mí, la intensa vida que se
hacía en la calle. Estábamos alojados justo al lado del río Perla y a su lado
había un gran paseo, que me recordaba mucho a los paseos marítimos de la playa,
sólo que al lado del río. Por todo el paseo la gente se juntaba en grupos
haciendo distintas actividades, desde cantar, a bailar, escribir caligrafía o
jugar al ajedrez chino.
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Paseo junto al río de la Perla |
Por la mañana el panorama cambiaba, pero sólo de actividad,
la calle estaba igualmente llena pero de grupos haciendo tai chi ¡desde las
5:30 de la mañana!, aquí, los grupos de tai chi eran todavía más espectaculares
que en Hong Kong, durante más de una hora se dedicaban, día tras día, a hacer
una tras otra formas cada vez más complejas, pudimos ver yang tradicional, yang
moderno, tai chi chen, chi kung, masajes, tai chi wu… el estilo no importa, el
nivel altísimo.
Muchos días bajamos a observar uno de los Maestros con más
carisma que vi allí, enseñaba tai chi chen, como todos, en la calle, junto a un
gran árbol. No sé cuantos años tendría, yo creo que unos 80, pero a saber,
jamás había visto esa potencia (fa jing), no al menos hasta que fuimos a Fo Shan
(pero eso será narrado más adelante).
El caso es que paseando por los parques de Guangzhou fuimos
descubriendo los distintos rincones donde daban clase maestros de muy primer
nivel, también de kung fu, hung gar, choy li fut… impresionante.
Después de unos días nos decidimos a ir en busca de lo que
habíamos venido a encontrar, las primeras escuelas del choy li fut, y para
empezar la búsqueda, cogimos el tren que nos llevó a Foshan.
Pero claro, una cosa es decir “voy a visitar la escuela Hung
Sing de FoShan” y otra muy distinta conseguirlo yendo completamente solos, sin
guía ni la recomendación de ningún maestro. De pronto nos vimos en una ciudad
de millones de habitantes, en la que todo estaba en chino y sin tener ni idea
de por dónde empezar.
El caso es que la suerte parecía estar de nuestro lado y
aparecimos justo al lado del Templo de los Antepasados, un museo gigantesco
dedicado a la memoria de Wong Fei Hung, de Ip Man y que además contiene un
increíble templo budista y el museo de Confucio, así que allí nos dirigimos
(pese a estar muy cerca, nos costó un buen rato de búsqueda, cuento esto para
intentar explicar lo terriblemente complicado que es todo allí, primero
necesitábamos un mapa, pero no sabíamos decir mapa en chino, lo conseguimos, pero
luego teníamos que situarnos en él y por último averiguar el nombre del
memorial, también en chino…).
Finalmente lo encontramos y fue una de las mejores
experiencias que tuvimos en China, pasamos allí casi todo el día, ni siquiera
comimos, emocionados por todas las cosas impresionantes que había, y más para
los amantes del kung fu.
Como una imagen vale más que mil palabras, aquí os dejo un
pequeño reportaje fotográfico del Templo de los antepasados:
Uno de los mejores momentos fue la exhibición de danza del
León que los alumnos de la escuela de Wong Fei Hung realizan en el templo, nada
que ver con lo que habíamos visto hasta ahora, un nivel increíble y un dominio
del León que nos dejó con la boca abierta. Muchos de los alumnos eran muy
jóvenes, ya que enseguida empiezan a prepararse, otros, de más edad, realizaron
la danza más compleja y otros, por turnos, tocaban el tambor y el resto de
instrumentos. Esta exhibición se hace todos los días, por lo que los
participantes van rotando para que todos sepan tanto danzar como acompañar con
el tambor.
Aquí os dejo un vídeo, a modo de resumen de todo el
espectáculo que David López, instructor de la escuela y quien se encarga de todos nuestros vídeos, ha montado con maestría:
Eran casi las 5, lo que en China significa prácticamente hora
de cenar y aun no habíamos ni comido, cuando salimos del templo con la idea de
encontrar la escuela Hung Sing de Foshan. En este momento agradecimos más que
nunca los años que llevamos estudiando chino, si bien nuestros conocimientos se
quedaron muy cortos, gracias a esto pudimos avanzar en la búsqueda.
Lo que pasó a continuación es difícil de contar y de creer, ¿como
encontrar un pequeño templo en una ciudad enorme a base de preguntar y encima
en chino?, pero así fue, primero, siempre andando, fuimos a un gimnasio enorme
donde pensamos que podían saber algo, resultó ser el gimnasio donde entrenaba
el equipo olímpico de gimnasia y también había ballet y wushu. Llegado a este
punto he de hacer un pequeño inciso para contar algo sobre la amabilidad de los
chinos, nunca hubiésemos llegado a ese gimnasio si no hubiera sido por una
chica que nos acompañó, esta chica vino de forma voluntaria a hablar con
nosotros (en inglés) porque nos vio muy perdidos. Esto no nos pasó ni una ni
dos veces, cada vez que alguien nos veía con cara de decir “no tengo ni idea de
donde estoy”, se acercaba a preguntar, sobre todo los que hablaban inglés. Nos
pasó en Hong Kong, nos pasó en Guangzhou y nos pasó en Foshan y me pareció un
detalle de consideración que creo que aquí no se ve.
El caso es que en aquel gran gimnasio olímpico sí conocían
el choy li fat y nos indicaron como llegar, así aparecimos en una escuela de
sanda, que no era lo que buscábamos, pero que también nos dejó mudos, escuela
con la puerta abierta (definitivamente en China no hay puertas cerradas) con un
sencillo ring y el techo abierto, eso sí que era sanda, nos encantó y una vez más, los
alumnos fueron amabilísimos y nos marcaron en el mapa, esta vez sí, el lugar
del templo.
Así llegamos a un pequeño y maravilloso parque, un lugar
tranquilo en medio de la ciudad, que parecía un
pueblecito, el parque estaba
lleno de gente jugando sobre todo al ajedrez chino pero también a las cartas,
con los niños, haciendo artes marciales…
Allí estaba también un precioso edificio que más tarde descubrimos que era la opera
cantonesa, pero del templo, ni rastro. De nuevo empezamos a preguntar,
sintiendo que estábamos muy cerca, en el parque despertamos una tremenda
curiosidad, porque en Foshan, en 6 días, no vimos ningún occidental, la gente
se nos acercaba y entre ellos se iban diciendo conforme nos preguntaban
“xibanyaren” (españoles) y se reían. Finalmente, el dueño de una de las
tiendecitas nos acompañó por las callejuelas, íbamos siguiéndole, muy nerviosos
con toda la gente mirándonos, fue un momento muy surrealista… y de pronto,
detrás de una pequeña calle, allí estaba el Templo de Hung Sing Choy li Fut,
hecho de piedra gris, más bonito incluso de lo que se ve en las fotos… pero
cerrado.
Allí nos quedamos, sentados en la puerta, con una de las
vecinas y sus gatos, esta era una mujer risueña y muy amable, despacito en
chino pudimos enterarnos de que el templo cerraba a las 5, de que el Sifu venía todos los días
y de que al día siguiente a las 9 de la mañana se abría, por lo que al día
siguiente a las 9 de la mañana estábamos de nuevo en Foshan… (continuará).