Para todos aquellos miembros de la Asociación que estudian Tai-chi-chuan reproducimos a continuación un artículo publicado en www.aprendetaichi.com por Javier Arnanz, que nos ha parecido francamente interesante tanto por su contenido como por el esquema de análisis que sugiere. Que lo disfrutéis y... buena práctica
Es normal que en la clase se escuche al profesor decir: “pies a la anchura de los hombros, adelantamos un pie la distancia equivalente a un ancho y medio o dos. El pie de delante mirando al frente y el de atrás a la diagonal, a 45º”.Estas instrucciones son muy importantes en un primer nivel de aprendizaje, pero si se mantienen como un estándar de nuestra práctica caeremos en un error prácticamente tan grave como quedar con los pies alineados.
Estas instrucciones permiten al estudiante entrar “en la zona” donde debe posicionarse y a partir de ahí, empezar a entender las energías que se desarrollan en función de cada técnica. Realmente, esta energía que se transmite en el movimiento es la clave para comprender donde deben ponerse los pies en cada movimiento de la forma.
Antes de entrar con profundidad en el tema, demos un paso atrás y veamos cuales son las distintas posibilidades para los pasos de arco más comunes.
Partimos de una posición del jinete (1), tenemos los pies en paralelo con una anchura mayor que la de los hombros. Si abrimos ligeramente el pie derecho y adelantamos un poco el izquierdo, estrechando el paso, podemos ver ya una posición del arco caracterizada por ser un paso ancho y corto (2). Si volvemos a abrir el pie y adelantamos el izquierdo, estrechando mas el paso (3) tendremos otra posición del arco. Esta suele ser la que se utiliza a la hora de aprender de forma general. Si una vez más abrimos el ángulo del pie derecho y alejamos el izquierdo, estrechando más el paso (4) nos encontraremos con un paso de arco largo y estrecho.
Pero ¿Cuál es la diferencia entre estos pasos? ¿Cuál es el que se debe elegir a la hora de ejecutar la forma? La realidad es que se deberían utilizar todos, en función del movimiento que se esté realizando. Así, nos debemos fijar en los componentes energéticos, laterales o frontales que se deben desarrollar en el movimiento para poder coger la posición que no sólo permita realizar dicho movimiento, sino que maximice sus efectos. Así, si pensamos en un movimiento donde el componente lateral sea predominante, debemos elegir la posición del jinete (1). Con el cambio de peso y giros de cadera y cintura desarrollamos una gran energía lateral. Este es el caso de “mover las manos como nubes”.
La posición de la figura 2 sería necesaria cuando el movimiento es predominantemente lateral, pero tiene un cierto componente frontal. Así, por ejemplo, en “Acariciar la crin del caballo” deberíamos ajustar nuestra base a esta posición de pies. Pensemos por un momento en la aplicación marcial. Pongámonos delante de una persona cuya función en este “experimento” sea procurar mantener la posición sin que le muevan, quedarse lo más enraizado posible. Ahora tratamos de ejecutar el movimiento con cada una de las posiciones de pies nombradas. ¿Con cual puedes aplicar mejor la energía del movimiento? Como habrás podido comprobar, con algunas posiciones, incluso serás tu mismo el que saldrás despedido. Sólo en la posición 2 puedes aplicar el máximo de tu energía sobre tu compañero.
La posición de la figura 3, que normalmente se utiliza de forma generalizada para toda la forma a la hora de aprender, se debería utilizar cuando existe un componente frontal, pero también lateral. Pensemos por ejemplo en “Empujar acariciando la rodilla”. En su versión más simplificada, tenemos una mano que va hacia delante (empujar) mostrando el componente frontal, mientras que la otra barre de un lado a otro (acariciar la rodilla) en el que se ve claramente el componente lateral.
Finalmente pensemos en la figura 4. Esta posición consiste en un paso muy largo y estrecho. En este caso el componente es fundamentalmente frontal. Sería el caso de “El Látigo Simple” o “Abanicar por la Espalda”. Fijémonos en este último para ilustrar el ejemplo. Claramente tenemos una mano que empuja en línea recta hacia delante. Este es sin lugar a dudas una energía frontal, pero, ¿y que pasa con la otra mano? Pues si miramos detenidamente el movimiento, vemos que la línea de fuerza es la misma, pero en sentido contrario, por lo que confirma la posición de las piernas casi alineadas y con un paso largo. Existen distintas aplicaciones marciales para un mismo movimiento, así en el látigo simple, en función de la energía que vamos a transmitir, necesitaremos un paso como el que acabamos de describir o un poco más abierto
Entender las diferencias entre estas cuatro posiciones de arco diferentes sería avanzar al siguiente nivel de entendimiento dentro del taijiquan, pero aún podemos ir más allá. Como hemos empezado a ver, existen infinitas posiciones intermedias para otros movimientos o incluso para estos mismos en función de la orientación en la que se hace la aplicación. Así, por ejemplo, “Dos vientos perforan los oídos” debería ser una posición más estrecha y larga que “Empujar acariciando la rodilla”, pero menos que el “Látigo simple”.
Practicar con un compañero es la única manera de poder interiorizar estos conceptos que luego se deben llevar a las formas. Practicando de forma controlada podemos experimentar todos los matices que de otra manera resultan imposibles de entender. Al final, además de conseguir una mayor estabilidad y eficacia en las aplicaciones marciales y en el empuje de manos, nuestra forma debería ser mucho más rica en matices ya que ninguna posición será igual a la anterior ya que estará expresando la energía particular de ese movimiento.
Fuente: www.aprendetaichi.com