jueves, 9 de septiembre de 2010

LA VERDADERA TRANSMISION: EXPLORANDO LA CONTROVERSIA, por John Leporati

 Reproduzco a continuación un artículo que he traducido del inglés, escrito por un Instructor de Kung-fu llamado John Leporati, que contribuye a derribar algunos mitos del kung-fu y de las artes marciales en general  y, para mí lo más relevante, legitima la posición de aquellos Instructores que moviéndose en el marco de la tradición se esfuerzan por desarrollar su sistema de acuerdo a sus propios criterios y características personales. Porque, en última instancia, ¿acaso no es eso el resultado final para todos los que estudian las artes marciales de manera seria? Es decir, somos como espejos de diferentes características: formas, tamaños, tonalidades, curvaturas que, al cabo de unos cuantos años de práctica (bastantes, en el mejor de los casos; muchos, para la mayoría), creamos el reflejo de un mismo objeto, nuestro sistema; pero se trata de una imagen "deformada" de acuerdo a esas características, propias de cada uno.

Qué constituye una "auténtica" transmisión en el sentido propio de las artes marciales y qué individuos la reciben de sus Maestros es uno de los temas más controvertidos dentro de las artes marciales hoy en día.

Ha sido discutido en innumerables publicaciones marciales. Chats, foros y otros lugares de Internet dedicados al tema aparecen obsesionados por ello y es difícil encontrar una revista de artes marciales que no haya publicado una carta al editor en la que un practicante afirme que "su Sifu puede vencer a tu Sifu" porque su Maestro posee la transmisión "auténtica" o "secreta". A menudo, cuando un reconocido Gran Maestro fallece, sus principales estudiantes contienden entre sí acerca de quién posee la comprensión del arte necesaria para ser su abanderado.

A veces, incluso estudiantes menos conocidos o totalmente desconocidos proclaman esa maestría. Personalmente, estos conflictos siempre me han entristecido como artista marcial y ser humano. Muchos obedecen a la codicia, a pequeñas y mezquinas rivalidades o a una vergonzosa auto-promoción. Pero, dejando todo esto a un lado, si tenemos en cuenta que entramos en una época en la que la mayor parte de los doctos Maestros de la vieja generación van muriendo, ¿cómo podemos decidir con quien estudiar? ¿Que transmisión puede calificarse como "auténtica"? La respuesta a estas preguntas no reside tanto en el arte sino en los artistas marciales, en su humanidad básica. Vamos a considerar algunos ejemplos.

La Teoría Fotográfica del Entrenamiento

A menudo cabe preguntarse por qué los principales estudiantes del mismo Maestro ejecutan la forma de manera diferente. Parte de la respuesta reside en cuando comenzó el estudiante a entrenar con su Sifu y en el tiempo que duró su formación. Por ejemplo, Cheng Man-Ch'ing aprendió el estilo Yang de Tai-chi-chuan de su Maestro Yang Cheng Fu. Los alumnos que estudiaron con el Profesor en sus primeros días recibieron una transmisión más próxima al Tai Chi tradicional de la familia Yang que aquellos que lo hicieron en los últimos años. Estos estudiantes recibieron una "instantánea", una "fotografía" de las habilidades del Profesor en aquellos días.

Esto es cierto para la mayor parte de los Maestros. Si el Maestro es joven, fuerte y vigoroso y no tiene problemas para adoptar posturas bajas y realizar rápidos movimientos, lo más probable es que sus estudiantes también lo hagan, en un esfuerzo para conseguir que su forma se asemeje a la de su Maestro (como hacen los buenos estudiantes). A los 75 años, quizá ese mismo Maestro no necesite adoptar posturas bajas para generar la misma cantidad de energía. Sus alumnos en ese momento intentarán emular una forma compacta, económica y eficiente. Esa forma es a menudo la destilación de toda una vida  de entrenamiento del sistema muscular y nervioso para realizar un determinado conjunto de movimientos felizmente. Los estudiantes que intenten asimilar esa forma la ejecutarán de manera diferente que sus hermanos mayores de Kung-fu porque la "fotografía" que pretender imitar es distinta. Por tanto, una hipótesis razonable que se podría formular sería que quienes estudien con un Maestro en diferentes momentos de la vida de éste recibirán diferentes "versiones" del estilo. Estas variaciones reflejarán inevitablemente las preocupaciones e inquietudes propias del Maestro y la etapa de su desarrollo en un momento dado y dan cuenta, al menos en cierta medida, de las diferencias que se pueden percibir entre estudiantes.

El Método de Enseñanza


Quienes estudian con Maestros muy avanzados se enfrentan a menudo con un problema único a la hora de adquirir la transmisión de su Maestro. Técnicamente hablando, es prudente tener en cuenta que estudiar con un Maestro altamente cualificado en su madurez tiene ventajas y desventajas. Si el Maestro enseña la forma tal y como él la siente y esa percepción es mucho más avanzada que la nuestra, será extremadamente difícil para el estudiante aproximarse a algo más que los simples movimientos y podría tener dificultades para aplicar sus conocimientos contra un oponente utilizando el mismo movimiento que su Maestro emplea con tanta facilidad. Si es un buen Maestro, intentará proporcionar al alumno lo que precisa para lograr lo que él posee. Con frecuencia, esto significa la repetición de ejercicios básicos y practicar las formas de manera diferente a como lo haría un Maestro (Es evidente que muchos Grandes Maestros lograron sus habilidades a través de métodos drásticamente diferentes a los que enseñan a sus alumnos). Los Maestros que enseñen desde un significado del sentido corporal más avanzado quizá crean que están dando a sus estudiantes los beneficios de su experiencia después de practicar durante 40 años pero si nosotros mismos no practicamos durante tanto tiempo, ¿como podremos saber nada más allá de las formas externas? Gran parte de lo que sucede internamente en un Maestro, es decir, al nivel de los tendones, músculos y sistema nervioso, que es lo que les confiere su gran habilidad, sólo se puede sentir y no es posible verlo o explicarlo fácilmente.

También correspondería al Maestro evaluar las habilidades físicas del estudiante con relación a las suyas. Por ejemplo, si un Maestro es extremadamente flexible, posee una enorme movilidad en las articulaciones o una gran envergadura y su estudiante no, debería tenerlo en cuenta a la hora de entrenarle. Aunque esto parece de sentido común, es sorprendente la frecuencia con que los Maestros asumen que sus características físicas y destreza son universales y enseñan como si todos sus alumnos fueran iguales físicamente. En definitiva, un Maestro deber ser los suficientemente perspicaz como para enseñar a cada alumno las técnicas del estilo más adecuadas para él. Naturalmente, esto contribuye a que los estudiantes más avanzados practiquen la forma de manera diferente unos de otros.

El Maestro, el estudiante y la barrera del idioma.

En su ensayo titulado La Tradición y el Talento Individual, T. S. Elliot habla de cómo los grandes escritores interiorizan las obras de otros para luego añadir su propio talento o genio particular a la tradición a fin de conducir el arte de la expresión por nuevas direcciones. Esto mismo es aplicable también a las artes marciales. Es cierto que un atleta especialmente hábil con capacidad natural para un determinado arte puede aventajar a sus compañeros de clase en poco tiempo. Otros estudiantes son menos habilidosos pero comprenden los principios subyacentes. Y otros, simplemente, son mediocres. Todos ha sido expuestos a la "tradición" pero es la combinación de inteligencia, habilidad natural y correcta formación la que permite que el arte se transmita correctamente.

Como educador profesional, entiendo que todos los estudiantes de mi clase reciben la misma lección. ¿Por qué entonces algunos alcanzan buenos resultados académicos y otros no? Mucho tiene que ver con el esfuerzo que el estudiante esta dispuesto a realizar para su educación y con su talento natural para la asignatura. En una ocasión asistí a un postgrado muy exigente con un respetado profesor, mundialmente famoso. De una clase de 66, sólo aprobamos 6. Estoy convencido de que todos los participantes en el seminario aprendieron retazos de lo que enseñó el profesor pero, en última instancia, él considero que sólo un puñado de nosotros había comprendido lo que trataba de decir. Todos nosotros, desde luego, podríamos reclamar que hemos estudiado con él pero, ¿cuántos de nosotros nos marchamos con algo más que una comprensión superficial de sus ideas? En esa situación, fue fácil ver que se recompensó a quienes más perseveraron y lucharon más duro y tuvieron una percepción de la que los demás carecían.

Esta analogía, aunque útil para explicar la combinación de esfuerzo y talento que hay que poner para dominar algo, presenta alguna deficiencia en lo que respecta a la artes marciales. Uno puede estar físicamente dotado y captar los principios intuitivamente, pero ser incapaz de articularlo todo. Hay excelentes practicantes de Tai chi, Kung fu o Karate pero con una limitada capacidad didáctica. La capacidad de asimilar la instrucción y la capacidad de impartirla son dos competencias diferentes. Muchas veces un buen estudiante puede superar a un profesor mediocre pero, ¿qué ocurre cuando ambos ni siquiera hablan el mismo idioma? Esto ocurre a menudo cuando se intenta aprender un arte de otra cultura. Existen tácitos supuestos culturales y matices lingüísticos que pueden resultar desconcertantes para alguien ajeno a esa cultura. Consideren simplemente las dificultades que encuentran algunas personas de habla inglesa para leer a Shakespeare... y el escribía en inglés!. Su vocabulario, sus metáforas y las realidad sobre la que escribió en un tiempo y para un público diferentes hacen que nos distanciemos de él. Sin embargo, aquellos se esfuerzan para entenderlo son recompensados con una gran riqueza, belleza y una profunda percepción que no se encuentra en ningún otro escritor. En cuanto concierne a la literatura, el sería un Maestro de Kung-fu. Pues ahora, imaginemos que nos enseñaba a escribir... y que era chino! Esto es a lo que se enfrentan a menudo aquellos que buscan la instrucción de Maestros altamente cualificados de otros lugares.

¿Existen realmente transmisiones "secretas"?


Inevitablemente, debemos lidiar con la cuestión de las denominadas "transmisiones secretas". ¿Existen realmente? La respuesta es afirmativa. Generalmente, se trata de puntos de vista acerca de métodos de entrenamiento o de inusuales pero eficaces aplicaciones recogidas cuidadosamente por un Maestro a lo largo de su vida y transmitidas únicamente a unos pocos alumnos, los de mayor confianza. Esto era una práctica habitual para aquellos artistas marciales que, debido a la naturaleza de sus vidas, tradicionalmente necesitaban conservar un par de trucos bajo la manga (literal y figuradamente), a menudo simplemente para sobrevivir. Por tanto, es lógico que fueran reacios a compartir esos métodos con los demás, a excepción de unos pocos discípulos o con miembros de su familia, por razones obvias. (Un Maestro podría, por ejemplo, si es honrado, dudar de la moralidad de un estudiante y no compartir con él ciertas técnicas por esa razón o refrenarse a la hora de enseñar ante el temor de que un estudiante con talento pueda superarlo)

Sin duda, existen avanzadas y esotéricas técnicas y métodos. Sin embargo, ¿cómo se empieza a apreciar el valor de tales "secretos"? Invariablemente, en una contienda entre dos practicantes incluso del mismo estilo, el factor decisivo para el resultado del combate (ya sea amistoso o a muerte) no se encuentra normalmente en la adquisición de "técnicas secretas" sino en la habilidad del artista marcial para aplicar sin problemas incluso la técnicas más simples. El gran karateka Mas Oyama practicó el directo cruzado (gyaku-tsuki), una técnica básica, hasta que fue capaz de matar a un oponente con un solo golpe. ¿Su secreto? Golpear un objetivo metódicamente cientos de veces hasta perfeccionar su técnica. Ku Yu Cheong, el Maestro de la Palma de Hierro, podía infligir una lesión interna en un contrincante sin daños aparentes. También se le conocía por ser capaz de romper cualquier ladrillo de una pila colocada delante de él dejando los demás intactos. También afirmaba abiertamente que fue la práctica sistemática y diligente de las técnicas básicas durante sus primeros años de práctica la que le formó. Personalmente, no me gustaría enfrentarme a ninguno de estos dos grandes Maestros. ¿Necesitaban "transmisiones secretas" para derrotar a sus oponentes? ¿Y usted?

Conclusión

En resumen, los elementos que han de tenerse en cuenta cuando alguien reclama haber recibido la "verdadera" transmisión del arte son: su capacidad innata; el tiempo que estudió con su Maestro; cuándo estudió con él; si hablaban o no el mismo idioma; si era un estudiante diligente; la capacidad didáctica de aquél; la disposición de su Maestro a enseñar el arte en su totalidad, tal y como él lo entendía; si su compresión del sistema está basada en la adquisición de habilidades físicas, principios o enseñanzas filosóficas (o en todo ello); y, lo más importante, cómo ha desarrollado el sistema desde que lo aprendió. El hecho que los practicantes hagan hincapié en diferentes aspectos del arte que aprendieron de su Maestro no significa que su enseñanza sea menos auténtica. Simplemente, lo que están haciendo es añadir su talento individual a la tradición. Consideremos, por ejemplo, las diferencias que podemos encontrar en el linaje filosófico de Socrates, Platon y Aristoteles. Jung, a su vez, aprendió de su maestro Freud pero fundó su propia escuela de psicoanálisis. Es obvio que Jung absorbe la tradición de Freud pero, ¿no nos hemos enriquecido todos con su nueva perspectiva de la psicología? ¿No sería nuestro mundo un lugar más pobre sin ella?

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